Al final de la mañana fotográfica vi una escena que me gustó, una paloma se posó sobre la maqueta de bronce de la ciudad y se dió un amplio paseo por la "ciudad" me acerquñe lentamente y apunté con la cámara, el ave no se asustó por mi presencia, se dejó fotografíar con naturalidad e incluso con un aire de curiosidad y desafiante, entre las diez o doce fotos que conseguí tomarle antes de que el gracioso de turno decidiese subirse de un salto a la barandilla que protege la maqueta y asustase a la paloma, he escogido esta por su contraste y la mirada de la paloma, parece decir: "Si, tu retrata todo lo que quieras, pero mi tarifa es de un puñado de miguitas por sesión"
Mientras le hacía fotos estaba apenas a medio metro de ella.

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